
Tras un paréntesis despues de las vacaciones escolares y unos días de asueto hoy os voy a narrar las tres verdades del barquero un cuento que me contaba mi padre hace algunos años.
Para los más jóvenes comentaros que años atras no había puentes sobre los ríos y existía el oficio de barquero que a cambio de dinero cruzaba a personas y mercancias de un lado a otro del río.
Un avispado estudiante de la Universidad de Salamanca necesitaba cruzar de una orilla a otra el rio Tormes pero no disponía de un centimo, por lo que le propuso al barquero que si lo cruzaba a la otra orilla le diría las tres verdades del barquero.
El barquero quedó pensante y se decía así mismo » yo que llevo toda mi vida de barquero y no conozco las tres verdades que diablos será esto» por lo que acepto pasarlo al otro lado del río.
Una vez cruzado el río el estudiante le comentó como me ha cruzado procedo a decirle las tres verdades del barquero.
La primera. A zapato malo, malo, malo más vale llevarlo puesto que no en la mano.
Con lo que el barquero respondió que efectivamente llevaba razón.
La segunda. A pan duro, duro, duro más vale ese que ninguno, con lo que de nuevo el barquero asintió dándole la razón.
Y ya por último el estudiante le dijo que la tercera y última era la más importante que lo escuchara con atención y le dijo.
Si a todos los cruza VDS igual que a mí que diablos hace VDS aquí.
En definitiva, las “tres verdades del barquero” son las del saber pícaro y pragmático, las que se dicen al otro sin excesivos miramientos, aunque el interlocutor (el barquero) pueda molestarse por tanta franqueza